7 de diciembre de 2011

60. Mis niños. Marina y Guillermo

Parece cosa del destino que los últimos dos trozos de tela hayan venido de esas personitas que de pronto cambiaron mi vida. En la entrada anterior ya hable de Alberto y mi “despertar” en eso del instinto maternal, pues esta tela pertenece a las personas que afianzaron este sentimiento. . Las personas que hicieron de su cuidado el trabajo en el que más feliz me he sentido. Ser su canguro durante varios años fue una de las mejores experiencias de mi vida. Nunca pensé que algo tan simple como preparar un desayuno, llevar a un niño al cole o sentir un abrazo pudiera hacerme tan feliz. Yo quise y quiero a estos niños como parte de mi vida, y aunque han pasado años desde que deje de cuidarlos sigo llevándolos muy dentro de mí. La tarjeta la ha escrito la niña, ese personajillo que siempre he dicho que es la luz de mi vida, que la quiero con locura, que sabe que en mi casa siempre habrá un hueco para ella aunque Abraham se quede con la que hasta ahora es su habitación cuando viene a dormir a mi casa (ahora ya en plan “amigas”). Y quiero que sepas Marini, que pase lo que pase, estarás siempre en mi corazón
Bueno, podría alargar mucho esta entrada hablando de lo feliz que me han hecho sentir siempre estos chicos, pero ellos ya lo saben. Os quiero mucho.

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